31.12.10

Los animales

Los sueños
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Soñé que frente a la casa donde habiamos lleado a vivir había un cerro lleno de casas de clase media, bien acicaladas y muy apiñadas. Casi desiertas, nunca vimos a nadie rondar por ahí, los carros salían silenciosos o llegaban, pero a decir verdad, ahora que lo recuerdo nunca ví a nadie.

Un día jugábamos futbol en el llano al pie del cerro, y de pronto aparecieron un león y una cabra salvaje enorme, ambos yacían sobre montículos de piedras y esaban bañados de chapopote. No sabíamos por qué estaban así, pero estaban definitvamente mal, sufrían mucho, si no hacíamos algo seguramente morirían. Buscamos algo para protegernos, algún trapo para amarrarle el hocico sobre todo al león, para evitar que nos mordiera mientras lo rescatábamos; pensábamos en la manera de bañarlos para quitarles el chapopote y evitar que murieran. Cuando regresamos por ellos ya habían desaparecido.

Quedamos inquietos, seguimos conviviendo, en la casa donde estamos sopla mucho el viento, andan por ahí Pepe Aguilera, el Alex Lora y dos tres roqueros. Hay gente durmiendo en sofás, en el suelo, el lugar era como una casa grande pero llena de visitas. Incluso, sin identificarlos, sabía que algunos de los durmientes allí eran parientes míos: tíos o primos.

Otra ocasión jugamos futbol y en una de esas el balón se vuela hasta perderse entre los callejones del barrio de clase media en el cerro. Vamos en su búsqueda, ésta vez, en la azotea de una casa están dos animales, creo que otra vez un gran felino y un macho cabrío enorme, también se les ve mal, como si estuvieran drogados, sus movimientos son torpes y yacen sobre camas de piedra. Qué poca madre, pensamos mi compa y yo, volvemos a buscar cómo rescatarlos pero cuando regresamos ya no están.

Comentamos lo sucedido a los demás, y empiezan a surgir relatos parecidos de cosas semejantes que les habían sucedido a los otros. Se arman conjeturas, en la tele se ven noticias de gente que aparece torturando animales y luego, así nomás, desaparecen. Creemos que se trata de activistas como los de PETA, otros... otros no tenemos ni idea. De repente alguien conjetura que quizá las apariciones de los animales se deben a un mensaje, que quizá nunca veíamos a los habitantes de las casas del cerro pues estos habían escarbado al centro del cerro y del planeta y habían llegado a La Terra Oca, de donde provenían los animales que veíamos y enseguida se desaparecían para volver a la La Terra Oca.


El último animal que vimos antes de esa noche fue en una reunión, todos bebían y cada vez que llegaba alguien le tocaban una rola que él había compuesto, llegó Pepe Aguilera y tocaron Por donde pasas, llegó el Lora y le tocaron El Chavo de Onda, El Haragán y El Mojado... todos bebían y bailaban, de pronto el Pepe Aguilera salió dando tumbos sobre el lomo de una enorme cabra bronca como si estuviera domando un potro salvaje. En un reparo Pepe cayó al suelo quedando maltrecho, en el mismo reparo la cabra desapareció y nadie supo cómo.

Me fuí a dormir bastante sacado de onda. Esta vez el animal no solo no requirió ayuda, sino que lastimó a alguien. Me fui a dormir con miedo. Si se me aparece uno de estos bichos... pensaba, pero la verdad es que no sabría que hacer si se me aparecía uno de ellos. De alguna manera estaban conectados y me daba miedo no saber cuál era la relación entre ellos.

Ya dormido, en la cama, noté una presencia al lado de mi cama, frente a mí en la oscuridad, pude notar la silueta de un caprino enorme que empezó a darme de topes, al principio suaves, como los dan esos niños que se enojan contigo, pero enseguida los topes se fueron haciendo más y más violentos. Sabía que el animal ya trataba de lastimarme. Lo abracé del cuello y enredé mis brazos para evitar que se escapara. Con sus cuernos me lastimaba la cara y la cabeza, al final me abracé a él en una especie de llave de lucha tratando de amoldarme lo mejor posible a su cuerpo, podía sentir el pelo del animal, sus músculos, su respiración y la silenciosa manera de enojarse conmigo. Trataba de no quedarme dormido y de que el animal no se me escapara. Pasé así varios minutos, haciendo tensión para que en un forcejeo no se escapara el cabrío, pensaba mil cosas en esa prisión que ya no sabía si era prision para él o prisión para mí cuando de repente me dí cuenta que no estaba abrazando nada. Estaba hecho un nudo en mí mismo, la "llave" me retenía a mí mismo, pero nada más. El macho cabrío había desaparecido. ¿Cómo era posible, a qué horas desapareció?... el corazón: en algún momento me descuidé y dejé de prestarle atención al latido de su corazón. Me distraje y perdí el momento en el que se esfumó. Quedé asustado, pero quizá todo había sido un sueño. Me dispuse a dormir nuevamente dentro del sueño.

Ya me estaba durmiendo cuando de pronto sentí algo pesado en mi regazo, era un gato negro. Su cuerpo era denso y compacto, como el de un ocelote, pero era un poco más grande que un ocelote. Intenté azuzarlo para que se saliera de mi cama, pero fue inútil, quise lanzarlo fuera con las manos y entonces se prendió a mi mano derecha. Sentía sus uñas clavándose en mi piel, con la otra mano quería quitármelo pero se agarraba más duro. Entré en pánico, entonces empecé a golpearlo contra el suelo para que me soltara, lo golpeaba una y otra vez sin que el animal aflojara un poco. Entonces cerré el puño de la mano que me apresaba y comencé a golpear el suelo con el gato prendido a mi mano como si fuera guante, en una de esas deje de golpear y cargué todo el peso de mi cuerpo sobre su cuerpo y con la otra mano lo estrangulaba. La luna entraba por la ventana, y pude ver cómo el gato iba muriendo poco a poco mientras nos mirábamos a los ojos. Sus ojos eran de un amarillo que se hacía mas intenso a la luz de la luna.

Maté al gato. Y ya que lo había matado me invadió un profundo remordimiento. Recordé un comic dibujado por Mignola que había leído. En el comic, después de matar al gato me tendría que matar yo mismo... creo que así sería: después de todo ya estaba en el mood.

Sueño.
Madrugada del 31 de diciembre del 2010.

Por cierto, todo el sueño soplaba el viento, el sonido del viento soplando fuera fue una constante en el sueño. En algún momento, cuando me voy a dormir pienso: antes había de qué preocuparse, cuando los techos eran de madera y tejas y se volaban durante la noche. Hoy tengo techos de concreto, no hay nada qué temer.

...

El sueño anterior me despertó por la madrugada a eso de las 3:30 am. Logré dormirme, y tuve otro sueño.

Era Año Nuevo y el tráfico estaba enloquecido, había muchos conductores ebrios provocando accidentes sangrientos. Tres chimecos daban volantazos y se chocaban entre sí tratando de sacarse de la carretera. Uno de ellos pierde el control y provoca un accidente involucrando a otros carros chicos. Más adelante un trailer de Pepsi se le tuvo que cerrar a un carro para detenerlo y evitar que éste provocara algún accidente grave. Iba con mi padre en su camioneta, en un cruce le digo que mejor me deje allí, que se regresa a casa porque el tráfico está cabrón, y sí: donde no es peligroso está estacionado. Comencé a caminar, donde crucé la calle un remolque que cosnsistía en una inmensa estructura tubular es impactada por un mega truck, la estructura se desplaza con vioelncia y por poco se lleva de corbata la camioneta de mi papá con él dentro. Veo como se aleja la camioneta y me quedo preocupado.


Camino hasta un cruce que es una mezcla de Londres, París y uno de estos monstruosos pasos a desnivel que abundan en la periferia de la Ciudad de México. No recuerdo qué hago, pero lo que hago detona un maleficio que había yo desatado el año pasado. El maleficio consiste en trastocar
la lluvia, y entonces comienza a llover, pero de una manera poco usual. Sobre las fachadas de los edificios se proyectan imágenes de gente caminando con paraguas, pero la imagen es distorsionada por lluvia invisible que se interpone entre el supuesto proyector y la proyección, Una tormenta "cae" de abajo hacia arriba en un ángulo de unos 30º, y el agua negra y oscura de tormenta no sale de una nube, sino de una fachada de cristal de un edificio. Sobre la calle la lluvia cae sólo en columnas en lugares específicos, como si se tratara de la fuente del Museo de Antropología. Por un instante el famoso maleficio no parece tal, es más una instalación monumental urbana: esta "lluvia" es bella.

Busco un teléfono para llamar no recuerdo a quién. Hay una cabinita en una brasserie, tiene candado, rompo el candado, no hay teléfono, no existe. Se oyen gritos en la calle, la lluvia se ha salido de control, un río de agua arrastra todo lo que hay a su paso. Al principio autos, muebles... después personas... al final cadáveres.


Desastre, en cuanto dejó de llover enseguida empezó a nevar. Caminé por la calle, el ejército ya tenía instaladas barricadas y diques, tras un muro de láminas que instaló el ejército me asomé, los cadáveres y el desastre estaban siendo sepultados por la nieve.

Empecé a buscar un teléfono para llamar a @amerikapa, le tenía que avisar que París estaba en desastre. Yo estaba en una ciudad híbrida de México, Londres y París y desde luego que París también sufría bajo el maleficio.

Buscaba un teléfono que usara tarjetas de Telmex...

... y desperté.

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2 comments:

Ciudadana Herzeleid said...

Y mientras tanto America estaría en toda su esencia de mujer poniéndose zapatos, pintándose los labios y esperando tener un día muy estético y productivo, y no, eso no sería un sueño =)

Webb said...

Y mientras tanto America estaría en toda su esencia de mujer poniéndose zapatos, pintándose los labios y esperando tener un día muy estético y productivo, y no, eso no sería un sueño =)